Rosa

Las nubes se movían en el cielo con el mismo letargo que el mundo estaba obligado a tener. No se escuban coches, ni gente, ni obras. Ella sólo oía el "click, tac" de su boli multicolor. Siempre el botón azul; arriba y abajo. Llevaba un rato ensimismada mirando por la ventana, sin ver nada, sintiéndose llena de emociones vacías. Ayer lloró en la oscuridad del baño durante media hora, pero no sirvió de mucho; se fue a dormir y empezó a soñar como llevaba haciendo el resto de la semana: sin descanso. 

Una luz brillante la despertó, calentado sus mejillas. Respiró profundamente y el olor a mar inundó sus pulmones. Abrió los ojos a una preciosa puesta de sol. A su lado estaba uno de sus mejores amigos, con una mirada nostálgica. 
-¿Eres feliz aquí? -Preguntó ella. 
-Sí. Mucho. 
-¿Por qué? No hay nada. 
-¿De qué sirve tener cosas que te hacen triste? Aquí, todo los días tengo estas puestas de sol... y el mar... y el rosa... 
-¿Y tu ambición?
-¿De qué me vale?
Volvió su mirada al atardecer, triste de no poder desprenderse de sus aspiraciones. 
-¿De qué te sirven si no estás segura de a dónde quieres que te lleven?

"Click, tac" y el arrastre del botón azul eran el único sonido en toda la casa. Recuerda muchos de los sueños que ha tenido últimamente y este no fue ni remotamente el más aterrador. Esa paz ambiental y el desasosiego que causaba. ¿Cómo podía él estar tan tranquilo? Se sentó junto a la ventana para sentir de verdad el calor en sus mejillas. Respiró profundamente. 
"Ojalá fuera tan fácil como él dijo".

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