Pre-cuarentena

Otro día de curro, otro día de desgana. Hoy toca espaguetis con tomate y queso; no me apetece cocinar. Me pregunto qué narices hacen cortando tantos árboles al rededor de la obra de construcción. ¡Que los necesitamos, imbéciles! El cielo gris y la atmósfera lúgubre no ayudan. No recuerdo cuándo fue el último día que vi el sol. Normal que esté de bajón. Normal que mi compi del curro esté siempre enferma: entre lo que come y la falta de vitamina D. La gente se está volviendo loca con el coronavirus y no entiendo el porqué. Lo que no engorda te hace más fuerte. Siempre. Ya voy tarde. Estoy cansada, todos los días así, da igual lo temprano que me levante. Han pasado ya dos semanas desde que eché la solicitud. Ben me preguntó si era lo que quería hacer, dije que sí; pero no sé cuánto de verdad hay ahí. Tan solo quiero estar con él. Otra clase en la que tengo que gritar. ¿Por qué la gente es tan estúpida? Quiero irme a casa. Ojalá mis espaguetis estuvieran calientes. Tres compañeros enfermos, pero comiendo fideos instantáneos y patatas fritas; eso sí, que no falte. Debería hacer algo productivo con el resto de la hora. Tres días que estoy atascada en este nivel; voy a tener que usar las bombas en el próximo. Una semana para que me paguen. Estoy como muerta por dentro. Quiero bailar. Y llorar, metida en la cama sin que nadie me hable. Quiero estar sola; pero le echo tanto de menos. No soporto a esta gente, siempre con tanto drama. Otro día más con la misma música. Ojalá pudiera hacer lo que quisiera con el azúcar. En realidad no hago nada cuando entreno a estos dos. Me aburro. ¿Por qué hace eso si sabe que está mal? Si les pudiera reñir en condiciones esto sería más fácil. Seguro que también tendría mejores resultados. Se lo tomarían en serio. No paro de apretar los dientes. Por fin la hora de limpiar. Hoy me toca fregar el suelo. Menos mal que terminaremos temprano. Otra vez a cambiarme. Ojalá no tuviera una hora hasta llegar a casa. Gracias a dios que había sitio para sentarme. Si la gente supiera lo que me duelen las piernas. ¿Leer o jugar? Por fin he pasado el maldito nivel. Algún día dejaré mi escultura en este jardín; irá genial con el elefante rosa. Apenas puedo con mi alma ya, no sé cómo estoy subiendo esta cuesta. Debo de parecer ridícula usando todo mi cuerpo para empujar la puerta. ¿Por qué la hicieron tan pesada? Venga, va, escaleras, llevo demasiado sin hacer ejercicio. Ojalá mi compañera no esté en casa. ¿Hay luz en su cuarto? ¿No? Sí. Echaba de menos la cama. Solo un minuto antes de cenar. Pedazo estornudo; necesito un pañuelo. No, si al final...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Rechazo con seriedad

Un sueño raro

Thoughts in a church